lunes, 10 de mayo de 2010

POR CIERTO...

















Lo has conseguido, Fernández. En tus últimas entregas me hablas de dos mujeres a las que he dedicado mucho tiempo de escucha  y mucho espacio en mi discotca, Dee Dee Bridgewater y Rigmor Gustafsson. Me hizo gracia eso de que Rigmor Gustafsson "pese al nombre" es una mujer y te respondo con una compatriota de la Gustafsson, que se dio a conocer en la misma discográfica noruega, el interesantísimo sello Curling Legs, que, desde hace años, mantiene una magnífica página web, desde la que se accede a todo su catálogo a un precio muy razonable.
De la compatriota de Rigmor también yo te podría decir que, a pesar de su nombre, no es un volcám, porque se llama nada menos que Solveig Slettahjell. Lo que si te digo es que me atrevo a garantizarte es que acabarás por aprenderte este nombre que es el de una de las mejores vocalistas del jazz europeo. Una mujer que se atreve con los standards de siempre y con temas de ayer mismo como éste, de tu admirado Tom Waits.



Solveig, relativamente joven para la madurez que demuestra, no sólo canta, sino que, como has visto, toca el piano muy aceptablemente, no obstante se deja acompañar por un magnifico y nada convencional quinteto que, con fino sentido del humor, ha bautizado como "Slow Motion Orchestra", que, traducido a algunos idiomas, entre ellos el nuestro, quiere decir "Orquesta de Cámara Lenta".
La Slettahjell, formada en la prestigiosa Academia de Jazz de Noruega, comenzó a cantar siendo niña y en la iglesia  los himnos religiosos tradicionles de su país, lo que quizá explique por qué hace tres años se atrevió a grabar todo un álbum de música navideña en la Iglesia de la Natividad en Belén. Un álbum capaz de conmover, incluso,  a personajes tan poco creyentes como yo. No incluido enese "Natt I Betlehem", aquí va este magnífico standard navideño, compuesto por Mel Tormé.



No debes olvidarte del nombre, Solveig, ni, sobre todo, del apellido, Slettahjell, que identifican a esta mujer de voz tan  técnica como emocionante. Te dejo, os dejo, con ella en otra faceta completamente distinta, arropada, no por un piano o por un quinteto, sino por toda una gran orquesta en una gala benefica. Esta es su versión de "Smile", de Charles Chaplin.

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