martes, 30 de noviembre de 2010

POR CIERTO...

Por cierto... Ya conocía a Esperanza Spalding. Y es realmente interesante. Sobre todo porque, a su juventud, suma una enorme técnica y buen gusto. Lo lastimoso es que Esperanza haya dado el salto a los mercados, escapando de la órbita del jazz por lo peculiar de la combinazión, mujer, voz y contrabajo.
Y es que no es habitual que las "chicas" toquen el bajo y, además, canten. En tiempos, eran famosas las "orquestas de señoritas", en las que las chicas tocaban todos los instrumentos. Ahí está ese inolvidable Jack Lemmon travestido de chica con bajo en "Con faldas y a lo loco", arrastrando su instrumento y su pánico por andenes y vagones, camino de Florida. 
No sé por qué no es habitual ver mujeres contrabajistas. Quizá porque, para tocar el contrabajo, hay que adoptar una postura que recuerda a la de un caballero abrazando a una matrona, algo que vino a solucionar la crecaión del bajo eléctrico, momento a partir del cual la cosa cambió y comenzaron a aflorar sobre los escenarios chicas bajistas como,  por ejemplo, Tina Weymouth de los Talking Heads.



La verdad es que, para bien, ya nada es igual y ahora "las señoritas" pueden tocar otros instrumentos más allá del violin o el piano. Ahí tenéis a Lisa Simpson y su saxo. También el contrabajo o "double bass", como se denomina en inglés, que ya empieza a estar en manos de virtuosas señoritas, virtuosas en el sentido musical del término, que el otro ni me importa ni me debe importar para abrir las orejas.
Una de ellas es Amy Lavere, a caballo entre el folk y el folk-rock, a la que descubrí en aquel disco destinado a recaudar fondos para la restauración del Preservation Hall de Nueva Orleans, del que ya hablamos en "Hernández y Fernández", y que suena así de bien haciendo folk.



Y así de biuen, cuando se desliza por el tobogán del rockabilly

LA DIVA VALIENTE


Adoro a esta mujer. No sé muy bien si es por su belleza serena, si es por su registro de mezzo soprano o si es por la facilidad y elegancia con qwue se mueve en proyectos resbaladizos para otras. Pero el caso es que esta "diva valiente" se muestra con la misma elegancia cantando junto a Elvis Costello, interprentando a Kurt Weill, rescatando, para que no cayese en el olvido, la música que se compuso en medio de los horrores del campo de Theresienstadt, o cantando junto al pianista de jazz Btad Mehldau esa colección de hermosas canciones recogidas en el doble álbum conjunto "Love Songs" 




La delicadeza con que cantante y poanista abordan temas tan conocidos como el "Blackbird" de The Beatles, "Los molinos de tu espíriti" de la BSO de la película "El caso de Thomas Crown" o esa maravilla que es "La chanson de Maxence", escrita por Michel Legrand para la película "Les demoiselles de Rochefort".
No ha sido este "Love Songs" la primera colaboración de esta "diva valiente" con habitantes de otrs mundos musicales. Ya hace unos años grabó con Elvis Costello "For the stars", una obra de arte en la que se mezclan desde versiones de canciones de Tom Waits a temas como esta "Green Song"
cargada de aromas y evocaciones de Irlanda.

Olvidaba a la hora de enumerar las causa por las que adoro a esta mujer la que es quizá la más importante: la adoro, porque se interna por los senderos musicales que a mí también me gusta recorrer. Por ejemplo, la obra de uno de los genios musicales del Siglo XX: Kurt Weill, al que dedicó su álbum "Speak Low" que incluye este "I'm a stranger here myself", de la fecunda y útima etapa neoyorkina del genio alemán.



Y, para el final, he dejado la que quizá ha sido la apuesta más arriesgada de esta diva valiente nacida en Suecia. Un proyecto en el que puso su dinero, su trabajo y, sobre todo, su prestigio. Me refiero al desgarrador álbum Terezín / Theresienstadt, en el que, junto a su pienista  Bengt Forsberg  y al cantante Christian Gerhaher, recogió la música compuesta e interpretada por los judíos internados en el campo de Theresienstadt, en Checoslovaquia, un escaparate con el que la Cruz Roja se dejó engañar tanto tiempo, mientras millones de seres humanos eran empujados hacia el exterminio. El álbum, que mereció una nominación a los Grammy en 2008, es, a la vez, tan hermoso y estremecedor, como esta canción de una de las internas, Ilse Weber, que interpreta nuestra diva valiente.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

POR CIERTO...


...magnífico repaso a una de las grandes músicas ibéricas, enterrada injustamente -como bien dices- por la necesaria ruptura que implica cualquier proceso democrático tras una dictadura. Nos pasó con la copla -que era la "música nacional"- y pasó con el fado. Ambas eran músicas paralelas antes de que el "nacionalismo" de ambas dictaduras se empeñara en levantar antiguas disputas entre unos pueblos que siempren se han comunicado. Lo digo porque me hizo gracia saber que en la famosa filmación en la que se atribuye a la Piquer el haber sido la primera voz cantante del cine mudo, interpreta un fado. Y hace unos días, que tuve la oportunidad de asistir al concierto de la gran Martirio en París, uno de los temas más bonitos fue su versión del "Maria la portuguesa" de Carlos Cano, en el que se funden ambos géneros...

Es cierto, en cualquier caso, que la asimetría del fado y la copla ha continuado. El fado, como queda demostrado de manera palmaria en tu comentario, ha evolucionado hacia una forma de expresión más moderna y abierta al mundo, mientras que la copla -a pesar de encomiables aportaciones de los mencionados Cano y Martirio, entre otros-sigue lastrada por un exceso de floclorismo. La copla, que tan bien glosó Vazquez Montalbán, tiene pendiente su "revolución de los claveles".
Pero volvamos a las nuevas voces. Magnífica la de Asa, a la que estos días se opone por cuestiones comerciales -la Navidad ya ha llegado a París- otra joven voz: Yael Naim. Israelita instalada en París, presenta su segundo disco: "She was a boy", compuesto a medias con David Donatien como el primero. Y como aquel, la voz limpida de esta artista es tan agradable que parece un perfume que te envuelve. A disfrutarlo...

Clip "Go to the River" de Yael Naim
envoyé par totoutard. - Clip, interview et concert.

domingo, 14 de noviembre de 2010

HOPE


No se puede vivir sin ella, máxime si se tiene como nombre de pila. Esta bella joven nacida en Portland (Oregon) hace 26 años es una de las más brillantes y prometedoras estrellas del jazz. Ella misma reivindica que su música trasciende ese género –aunque no reniegue de los Ron Carter y de su ídolo Wayne Shorter- y se ofrece generosa en los temas de bossa nova e investiga sonoridades relacionadas con el "nu soul" y el hip-hop. Dicen los que la conocen que le gustaría que sus discos estuvieran archivados junto a Beyoncè más que al lado de Mingus.
Esperanza Spalding es una gran bajista de voz penetrante. Precoz, empezó con el violín clásico a los 6 años, a los 14 se paso al contrabajo, a los 15 descubrió el jazz y un año más tarde ingresaba en el Berklee College of music de Boston. A los 20, ya era profesora de la prestigiosa escuela de música y prestaba su colaboración como músico de estudio. Patti Austin, Pat Metheny, Herbie Hancock o Joe Lovano son algunos de los artistas con los que ha colaborado. Con este último la vemos en la formación con la que actuó en el Village Vanguard de Nueva York en 2008…

El salto discográfico con su nombre lo dio en 2006 con “Junjo”, editado por el sello español Ayva Música, de claras influencias latinas y en formación de trío con el pianista cubano Aruan Ortiz y el batería Francisco Mela. En él hay temas propios y versiones de Chick Corea y Egberto Gismonti. Pero es con “Esperanza”, firmado dos años más tarde y de claras influencias brasileñas, cuando consigue un mayor éxito gracias a temas como este “I know you know”…

Pero la relevancia internacional la ha obtenido al ser invitada por el Presidente Obama a tocar en la Casa Blanca con motivo del Premio Nobel de la Paz y antes, donde acompañó al impresionante Tony Bennet

Lejos de dejarse adormecer por los laureles presidenciales, su nuevo trabajo: “Chamber Music Society”, está grabado con un cuarteto de cuerda y no ofrece concesiones al oyente. Es agradable, pero no fácil. Además del “Inutil paisagem” de Jobim, está este “Apple Blossom” que en esta lírica versión carece de la aportación de Milton Nascimento

Estos días, se encuentra de gira por España y no dudaría en acudir a verla si hay oportunidad.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

POR CIERTO...






















No es una voz nueva, al menos tan nueva, pero sí lo es para mí. Nada sabía de ella, hasta que, picoteando en iTunes pinche su nuevo disco, "Beautiful imperfection", y me quedé colgado con su soul acústico y dulce. Se llama Asa y es nigeriana, aunque nació en París. Creo que merece la pena escucharla.



La historia de Asa, nacida Bukola Elemide en 1982, recuerda un poco al cuento del "patito feo". Única chica entre varios hermanos de una familia nigeriana acomodada, estuvo internada en un exclusivo colegio y fue a su regreso a casa cuando descubrió la música y se dispuso a seguir los pasos de sus ídolos: Angelique Kidjo, Femi Kuti, Lauryn Hill, etc.. Pero como no siempre  los deseos coinciden con la realidad, a esa etapa de éxtasis musical le siguió el tiempo gris y frstrante de la universidad, con huelgas y decepciones, entre otras la de ser rechazada para el coro, una de sus mayores ilusiones. Así que tuvo que resignarse a cantar en la soledad de su habitación.
A Asha le ocurrió como a tantas voces de nuestra dura posguerra que encontraron su oportunidad en un concurso de la radio, en el que obtuvo su primer reconocimiento, ese que le dio fuerzas suficientes para matricularse en secreto en una prestigiosa escuela de músiuca. Allí consiguió dominar la guitarra en apenas seis meses. Eso y, naturalmente, los discos que había por casa, clásicos del soul y de la música africana, conformaron su estilo. Este maravilloso estilo.



La verdad es que, de vez en cuando, aunque muy de vez en cuando, encuentras voces y maneras que te ayudan a reconciliarte con esa maravillosa forma de expresión que es la música- Sin duda Asa nos brinda una de esas oportunidades.

TAN CERCA, TAN LEJOS




























¿Recuerdas, Fernández, aquel slogan de la Oficina de Turismo de Portugal o cómo se llamase entonces? Fue a los pocos meses de aquel 25 de abril y, con él, nos dejaban claro lo cerca que estaba Portugal de nosotros, si hablamos en kilómetros, y lo lejos que estaba, y siguen estando las almas de dos países que se dicen hermanos.
Fueron muchos los que viajaron en aquellos expresos que cogías de noche en una dictadura y te dejaban a la mañana siguiente en medio de una revolución. Volvían cargados de libros, pósters y discos, ocultos entre la ropa sucia de sus maletas, pero entre aquellos discos había mucho cantautor y poco fado.
¿Y eso por qué? Pues está bien claro. El fado, como la copla, había estado y estaba aún entonces demasiado asociado a las dictadura. Tanto es así que a la pobre Amalia Rodrigues le amargaron sus últimos años, a pesar de que Amalia, como tantos otros artistas e intelectuales porqugueses, había colaborado con su dinero en el sostenimiento de los partidos en la clandestinidad.




Afortunadamente, con la revolución asentada, o frustrada, quién lo sabe, los jóvenes comenzaron a desmpolvar los viejos discos de Amalia y otras figuras del fado, en los que había, sobre todo y como en el tango o en la copla, una magnífica poesía. Le pasó a Mariza, a la que no hace falta presentar, pero tambián a Cristina Branco, que despertó al fado en sus años en Holanda.



En España, y en Japón, el camino al fado lo abrió una mujer con sangre catalana, peculiar, sofisticada y esquiva, que hizo el camino al fado desde el pop y que, aunque algo irregular, ha logrado momentos sublimes como éste.



Al margen de Mariza, Cristina Branco y Misia, personalmente siento debilidad por una mujer bellísima. Ana Moura, que, sin abandonar la tradición, ha sabido acercar el fado a los oídos más jóvenes.



Como curiosidad, aquí va este "Vaga no azul", en el que Ana Moura se deja acompañar por un viejo conocido, el bilbaíno Patxi Andión, que canta en español alguno de los versos del fado.



Otra voz con mucha personalidad del nuevo fado portugués es Mafalda Arnauth que une a su magnífica voz y su gusto excelente el hecho de que compone muchos de sus últimos temas. Por ejemplo éste.



Comencé querido Fernández hablando de aquellos años de la revolución, por eso quiero cerrar este episodio de nuestro blog con el homenaje que Cristina Branco hizo al tan llorado José Afonso, vesrionando con una delicadeza extrema una de sus mejores canciones, escrita en la soledad de una celda en tiempos más tenebrosos y que, para mí, es una de sus emjores canciones "Era um redondo vocabulo".