sábado, 16 de noviembre de 2013

DESCUBRIENDO A LA CHICA DEL VIENTO

Hace ya mucho tiempo, demasiado, querido Fernández, que te debo estas líneas. Tú andabas aún por París, siguiéndole el rastro al manouche, esa peculiar forma de jazz, cuyo gusanillo me inoculaste para siempre y que ya comienza a escucharse en las calles de Madrid, como, por ejemplo, cada mañana de domingo en medio de ese ajetreo tranquilo, valga la paradoja, que es el Rastro, cuando el sol comienza a situarse en lo alto.
El manouche, esa forma callejera del swing, en la que  toda una banda, incluido el brillante y compacto metal, se transmuta en apenas dos guitarras y un contrabajo, es una especie de jazz de campaña, callejero y fácil de transportar, excepción hecha del voluminoso contrabajo, muy apropiado para estos tiempos de incomprensión en que a más de un artista le toca salir corriendo. No es raro pues que esa música, para la que se precisa una increíble velocidad a la guitarra, fuese, hasta hace poco, terreno casi exclusivo de gitanos, mejor dicho, de gitanos franceses y belgas, herederos del legendario Django Reinhart, cuyos ecos aún resuenan en París, muy cerca del Periférico,  junto al Mercado de las pulgas.
Pero no sólo París y no sólo el jazz manouche . También las costas del sur del hexágono, justo donde coinciden las marismas con toros y caballos, saben de guitarras gitanas. Aunque esas guitaras tengan un sabor más español, más de aquí, un sabor a rumba, a la rumba que, como cantó el Gato Pérez, nació en Barcelona, en la calle, hija de Cuba y de un gitanito y que suena a cada instante junto a esas casas y caravanas desde donde el olor a puchero y ese sonido de guitaras parecen empeñados en decirnos que ya no estamos en Francia.
Es precisamente allí, en las playas y marismas de la Camargue, junto al Mediterráneo, donde nació Cathy Claret, la gitana francesa y rubia que un día, quedó cautiva de Sevilla, de sus 3000 viviendas y sus gitanos, deseosos de recibir de sus manos ese Bolleré que "te quita las penas" que un día Cathy hizo canción, unas playas donde arranca "La chica del viento / Wanderer" un documental, resultado del minucioso trabajo de la chilena Fab Llanos que resume en apenas dos horas los veinte años, las decenas de amigos, algún que otro no tan amigo, y los miles de kilómetros que llevan desde los inicios de una carrera, la de esa gitana, mitad lolita, mitad susurrante diva de los sesenta, que, pudo haber cedido a las imposiciones de la industria, y haberse convertido en una estrella del sistema, al uso, y que, por seguir siendo libre y del viento, fiel a su música, se quedó en eso tan digno como poco rentable que llamamos "artista de culto". Aunque, a cambio de la renuncia, como ella misma aclara, obtuviese el premio del respeto propio y de la dignidad intacta, además de una hija dulce y preciosa, a ala que puede transmitir sus sueño..
La Camargue, París, la costa de Barcelona, el Barrio de Gràcia, Granada, La Alpujarra y Sevilla son algunos de los escenarios que Fab ha recorrido junto a "la" Cathy, para rodar una "road movie" que quiere ser un canto a la amistad y a esa dignidad que un día quizá fueron obstáculo, pero que, hoy, son la sólida plataforma desde la que la chica del viento quiere relanzar su carrera, escenarios y personajes que definieron el injusto paréntesis de dos décadas de casi silencio y que van desfilando ante la cámara de Fab. para contarnos quien era y quién es esta peculiar gitana.
Su compañero "el Titi", Rosy de Palma, los hermanos Amador, la familia Motos, los que fueron sus vecinos en Gràcia, el gitano hippy de la Alujarra, Gypsy Floyd, el responsable de la Virgin France en que lanzó su primer disco, la fan japonesa, Bebe, Pascal Comelade, ingenieros de sonido, músicos de entonces y de ahora, o, simplemente, amigos, muchas veces ambas cosas a la vez, como es el caso del deslumbrante Hook Herrera, toda una estrella del blues y padrino de su la hija de Cathy.

En fin, toda una lección de arte, de amistad y de vida que firman estas dos mujeres, Cathy y Fab, Fab y Cathy, que un día puso en mis manos quien entonces la autora que era entonces sólo "amiga de Facebook" y a la que nunca agradeceré lo bastante haberme dejado compartir esa inteligente mirada sobre la historia de "la chica del viento". Una mirada que podrá ser también vuestra en unos días dentro del festival de cine independiente y de culto de Madrid, Cinemad, y que el martes 3 de diciembre se preestrena en la sala Maldà de Barcelona