martes, 22 de febrero de 2011

FUMANDO ESPERO




















A nadie se le escapa que las adicciones han sido y serán magníficas fuentes de inspiración para los creadores, también en la música. De todas ellas, me atrevería a afirmar que la que más música ha inspirado es la que nos ata a la persona amada, especialmente si no nos corresponde. Luego vendrían las que nos hacen esclavos de paraísos artificiales y placeres que, esas, nunca nos corresponden. Ahí es donde se sitúan el alcohol y el resto de drogas, incluido el tabaco. Pues bien, este último no sé si ha inspirado muchas, pero sí, desde luego, muy buenas canciones.
Atreverme a hacer un inventario exhaustivo de todas esas canciones sería tan atrevido como inútil. Por eso, me limitaré a compartir con vosotros mis preferidas. Y, para empezar, qué mejor que una de la canadiense K D Lang que dedicó todo un álbum,"Drag", como rebeldía contra las restricciones al tabaco en Norteamérica, hace ya unos años. La canción, "Three cigarettes in a an ashtray", popularizada por su idolatrada Patsy Cline ha formado siempre.



Está claro que no todo lo que se ha escrito en torno al tabaco ha sido tan nostálgico como esta canción. Otras ha habido como ésta del genial Sanseverino que, especialmente ahora en que los que fuman y los que no fumamos andamos enredados en dilemas morales, nos habla de hipocresía y adormecimiento de conciencias.




El, si no más genial, sí más original y valiente de los creadores de la música francesa de las últimas décadas. El patrón con el que se mide y se compara cualquier nueva figura, Serge Gainsbourg fue un gran degustador de mujeres, alcohol y tabaco. Y, claro, eso tenía que reflejarse en su cancionero, en el que hay muestras tan curiosas como ésta, que nos habla de cómo también en eso de fumar hay clases.


De todas las versiones la más extendida es sin duda la de The Platters. Y esa circunstancia me viene “al pelo” para comentar de qué manera el tiempo hizo justicia poética con su autor, Jerome Kern, magnífico músico, aunque un poquito racista.
La historia es ésta: cuentan que Kern se llevó a la tumba alguna de sus mejores creaciones que dejó sin publicar porque, según sus allegados, no podía soportar la idea de escucharlas deformadas, en referencia al jazz, por esas bandas de músicos negros.
No quería caldo, Mr. Kern, pues tome dos tazas.



Dicen, yo ya no me acuerdo, que, después del del café, uno de los cigarros que mejor sabe es el que se fuma en la cama, después de hacer el amor. Nina Simone no debe pensar lo mismo, porque pide cantando a su amante que no fume en la cama.



También se ha cantado al cigarrillo en italiano y creo que quien mejor lo ha hecho ha sido la inefable Ornella Vanoni, por ejemplo en “La tana degli artista”.



La lista de canciones escritas entre la niebla del humo de un cigarrillo sería infinita. Yo he dejado fuera unas cuantas decenas y cada uno puede hacer la suya. Ya, por último, he guardado para el final, como no podía ser de otro modo, el tango que da título a esta entrada, en la voz de quien lo bordó mucho antes de Sara Montiel lo vulgarizase: Libertad Lamarque.

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