Por cierto, querido Fernández, y con retraso, Mondoñedo ha tenido la culpa, yo nunca tuve la pasión ni el conocimiento que tú tienes para las músicas africanas. Quizá porque llegué tarde a ellas, quizá porque nunca he sido muy bailón y no he cultivado los directos, o quizá porque vivo en Madrid que carece, o al menos ha carecido hasta ahora, del paisaje multicultural del que goza tu París, el caso es que me falta afición.
Sin embargo, en África está el origen de toda, o casi toda, la música que a ti y a mí nos gusta.
Recuerdo, eso sí, el impacto que tuvo en mí esa obra maestra de la música que fue, que sigue siéndolo, el álbum "Graceland" de Paul Simon, una mezcla perfecta de lo mejor de ese suave sonido folk "made in Simon", con lo mejor de la música surafricana y con el mejor plantel posible de músicos del exhuberante jardín de los ritmos autóctonos.
Allí estaba ese genio de la guitarra que es Ray Piri y estaban, cómo no, los hipnotizantes Ladysmith Black Mambazo que, con sus voces y con sus danzas, nos hipnotizaron a muchos.
Puestos a recordar, no hay que olvidar el impacto que tuvieron, no sólo el álbum, sino también la gira posterior, que, rompiendo, no sin las críticas y la oposición de los talibanes, que para todo hay, el boicot a que estaba sometida Surábrica., abrió los ojoe muchos a la situación país.
Afortunadamente, hoy puede decirse que el gesto valiente de Paul Simon fue, de algún modo, uno de los puentes de plata que ayudaron en la retirada del vergonzante apartheid que pesaba sobre Suráfrica.
lunes, 5 de abril de 2010
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