No es sólo un cantante. No es sólo un violinista. No es sólo un silbador. Es Adrew Bird.
Creo que la primera vez que tuve noticia de él fue viendo la televisión. Actuaba en París y alguien hacia una reseña en la que uno de los mayores méritos de su carrera artística había sido participar en uno de los discos de la excentrica Björk creando sonidos singulares con su silbido y su violín. Lo de silbar es complicado. Hay muy pocos músicos que hayan conseguido hacer carrera gracias a soplar a trevés de los labios con arte. Uno de ellos es el longevo Toots Thielemans: toda una institución en Bélgica. El caso es que me fui a Internet y busque a Bird y allí encontré algunos discos en los que silbaba, pero sin abusar. Lo que me dejó más tranquilo. Descubrí a un cantante singular que consigue conjugar el folk, el rock independiente y el jazz. Su disco "The mysterious production of eggs"(2005) y el último "Noble Beast"(2009) me sorprendieron por sus ambientes y su lirismo. Me hice adicto. Ahora, documentándome sobre él para este blog me he enterado -"¡hay que leer más!"- que Bird empezó en Squirrel Nut Zippers, una banda que recupera el swing y el jazz de antes de la Gran Guerra y que un amigo me había recomendado como respuesta a mi consejo de que escuchara a Sanseverino. Todo se conecta en esto de la música. (Hasta esa estética de cabaret que ya utilizó el genial Waits y que recupera en su último disco el gran Sabina.)
La semana pasada, Andrew Bird actuó en París y no pude ir a verle. Para consolarme, cuelgo este "mini concierto" grabado en las calles de Montmartre que, además, se que hará las delicias de los que, como Javier, son nostálgicos de la Ciudad Luz y también me sirve para aconsejar una página web en internet que es para perderse en ella y desconectar: La Blogotheque.
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